21.6.05

VENDEDORES DE ELIXIRES MARAVILLOSOS

Cada vez que hay elecciones, termino convencido de que esto ya lo he visto antes. Hoy he sabido donde: en las películas del Oeste, donde un “Doctor” vendía “Bálsamos Maravillosos”. Un increíble producto capaz de hacerte adelgazar, tener hijos, volver a tener tu frondosa cabellera e incluso, con algo más de tiempo, hacerte crecer la pierna o el brazo que te amputó “Jerónimo” o un Oso de las Montañas Rocosas.

Los ciudadanos acudimos a las urnas apoyando a un partido por razones tan “pintorescas” como “es simpático” (un frasco de ungüento de caca de alce), “es tan joven” (un frasco de bálsamo de pis de gusano extremeño) o “Coincido con su programa” (dos cajas de frascos de cada clase y el formulario para hacértelas en casa), y al poco tiempo, timados como en el viejo Oeste, descubrimos que incumplen sus promesas, bien porque la situación “no lo permite”, bien porque era “necesario para el pacto”, bien porque “nos lo dejaron todo para el arrastre”.

Debo aclarar, en mi descargo, que trabajo en una empresa donde, para hacer una inversión, primero tendrás que tenerla presupuestada (para lo que habrás tenido que convencer a alguien de la necesidad de la inversión); después, tendrás que demostrar que el ROI (Retorno de la Inversión) es “conveniente” para la empresa y por último, tendrás que matar a tres o cuatro compañeros (o dejarte matar por ellos) para conseguir la “pastuqui” para realizarla.

Pues bien, al llegar cada una de las elecciones, veo que nos ponemos en manos del “Doctor” de turno, que al igual que en la “peli”, se ha sacado de la manga la “fórmula mágica”, calculada en base a las creencias y deseos del pobre comprador e importándole muy poco que funcione o no. No recuerdo el nombre del elixir de las películas, pero al otro lo llaman “Programa Electoral”.

Es una pena que, como en las películas, no tengamos un “Comisario” (u organismo público) que castigue al timador.

Así que, esperaré pacientemente otros cuantos años, que me estoy quedando calvo y necesito un frasco de crecepelos so pena que ese día ser calvo sea lo políticamente correcto.

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