2.5.06

Del dicho al hecho

Los españoles, en fechas ya lejanas, decidimos unirnos a Europa, tanto a la organización política como a la económica y militar. Para esta última, incluso tuvimos un referéndum.
Pues bien, en ese referéndum, en el que autorizábamos la firma del Tratado del Atlántico Norte, nos uníamos a lo que en su preámbulo recoge el tratado, textualmente “Las Partes de este Tratado reafirman su fe en los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y su deseo de vivir en paz con todos los pueblos y todos los Gobiernos. Decididos a salvaguardar la libertad, la herencia común y la civilización de sus pueblos, basados en los principios de la demo-cracia, las libertades individuales y el imperio de la ley”.
Quizá el error de los firmantes del tratado fue incluir esta declaración de principios en el preámbulo, pues en las sociedades firmantes el “multiculturalismo” hace estragos y poco a poco abandonan los valores de su civilización y, por añadidura, su libertad, tan costosamente ganada (si en clase de historia no nos mentían)…y ya conocemos (o eso nos cuentan) que el preámbulo no tiene validez jurídica…
Claro que, a lo mejor, el preámbulo si tiene validez. En ese caso, asistimos a la curiosa escena de un país, miembro de la OTAN que decide, sin referéndum previo, cargarse los principios que él mismo ha firmado y, a golpe de decretos, deja de “salvaguardar su patrimonio”, en este caso, aceptando la existencia de diversas naciones en su territorio, además de abandonando la firmeza en la defensa de sus territorios y sus recursos económicos frente a las pretensiones expansionistas de sus vecinos.
…y en este caso, Europa calla…y deja desintegrarse a su molesto vecino del Sur, puesto que cuanto más pequeño, menos voz tendrá y más habrá para repartir.
Triste sino, que además de no creer en “España, nación de naciones”, me tendré que declarar también “Euro escéptico