25.1.13

¡Autoridad!

   Casi a diario me despierto ¿disfrutando? de un capítulo de lo que Herrera, con tanto acierto, llama “Pasión de Catalanes”. Las primeras veces casi me hacía gracia. Ahora asisto, estupefacto, a un espectáculo que no debería haber ido a más  si nuestro Presidente hubiera aplicado el principio que da título a estas letras, porque, curiosamente, el principio sí se nos aplica a todos y cada uno de los españolitos de a pie a los que nuestros legisladores han llegado a indicar cómo se debe o no educar a los hijos.

   Hoy me sorprende leer que el gobierno ha encargado a nuestros servicios jurídicos (nuestros, de todos los españoles), la tarea de analizar la declaración de soberanía de 1/17 de los españoles porque, en su opinión, las consecuencias que puede tener el no dar respuesta, son cero.  Claro. Pero si yo amenazo de muerte a mi vecino de abajo (que a veces viene de visita a la una de la mañana) entonces va a ser que sí es necesario hacer algo, ¿no?.

    Mire, Sr. Rajoy. Si esto se hubiera atajado desde el principio, por la justicia ordinaria, utilizando al cabo Pepe de la Policía Judicial y enviado este por el juez de turno, nos hubiéramos evitado todos dolores de cabeza, situaciones embarazosas y demás imágenes que ponen en ridículo a nuestro país y a los que en él vivimos.

   De entrada, si un político español desconoce que “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. “, ¿Cómo puede ejercer un cargo público?

    Insisto, ¡Autoridad!, porque veo que brilla…por su ausencia.

    No sé lo que piensas, estimado lector, pero cada día me resulta más difícil oponer argumentos a los anti-sistema. Lo de oponerme va siendo visceral, porque lo que es lógico…poco.

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