5.1.06

Kipling

Me gusta leer a Kipling, Rudyard Kipling. Se le considera el poeta del imperio inglés o un autor para jóvenes, pero creo que Kipling va mucho más allá. Tal vez, como en sus obras habla sobre principios, lo hayan arrinconado como autor menor, pero no por ello deja de ser todo un Premio Nóbel de Literatura.
Considero que Kipling no glosa las virtudes del Imperio. Por el contrario, Kipling nos habla acerca de aquellos que hicieron posible su existencia, del trabajo diario de esas personas que, sin tener la imagen del Imperio en la cabeza, realizaban sus tareas por la sencilla razón de que había que hacerlas.
Curiosamente, cuando leo sus obras, no pienso en los ingleses, pienso en los españoles que unos siglos antes hicieron lo mismo, porque nuestro imperio no se creó por el impulso del Reino ni de los estadistas, sino por el de aquellos que viajaron y conquistaron, y ellos, seguro que eran personas con sus inquietudes, sus miedos, sus afanes y su sentido del deber.
Y me gusta pensar que, por el contrario, la pérdida de los imperios tuvo mucho que ver con los gobiernos, pese a que los gobernados opusieran la resistencia que opusieron a la pérdida del mismo, quizá porque se jugaban más que sus gobernantes. En ocasiones, hasta la vida.
Y no dejo de pensar que antaño como hogaño, una cosa es la persona de a pié, y otra, muy distinta, la persona que puede volar en el Mystere y para la cual, al ser elegida por el pueblo, no se pueden pedir más responsabilidades que las que le piden los que se alternan en el juego del poder. Al pueblo... ¡Que le zurzan!

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