27.9.05

NACIONALISMOS

Durante años mi familia luchó por hacerse con las parcelas del lugar donde vivíamos. Fue un esfuerzo conjunto. Todos eran conscientes de que el enclave era un enclave privilegiado y de que la unión hace la fuerza. El esfuerzo fue considerable, de siglos, de lucha con los vecinos, de alegrías y sinsabores, hasta que hace ya algunos años, conseguimos escriturar el terreno como de la familia.
Desde entonces la finca ha servido para múltiples usos. Primero pastos, luego agricultura, pequeñas fábricas y, finalmente, un edificio donde se ha reunido toda la familia.
La planta baja la ocupa la gran tienda familiar, donde trabajamos todos, el entresuelo las oficinas de la tienda, y en los demás pisos vivimos todos los hermanos, cada uno con su familia.
Nuestros padres, en su testamento, nos legaron la tienda y la propiedad en forma de sociedad anónima, repartiendo las acciones entre todos los miembros vivos de la familia que en aquel momento había.
Tres de los hermanos se hicieron cargo de la dirección de la tienda. Los demás, actuábamos de dependientes o trabajábamos en la oficina. Manteníamos los mismos sueldos y repartíamos beneficios.

Ahora, los que tienen más hijos, y por lo tanto, han recibido más, han decidido escindir la empresa en dos. Ellos se quedan la tienda, la oficina y los primeros pisos, a los demás, nos dejan los pisos altos y el derecho al paro. Lo que fue la ilusión de nuestros padres, les importa un bledo.

En verdad, en verdad os digo que y= X2

Maestro, no te entendemos.

No me extraña. Es una parábola

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